La libertad de sentir con intensidad
Toda mi vida he sentido de forma intensa. Soy una persona que ama mucho, que busca con frecuencia, que sus hobbies le apasionan un montón, que vivir la emoción a medias no es opción. Soy una persona sensible, que siente fuerte y claro, que cuando algo le duele la destroza pero cuando algo le pone feliz, no le cabe el sentimiento en el cuerpo.
Durante mucho tiempo pensé y me hicieron sentir que estaba mal mi forma de ser. Crecí en un hogar donde yo podía expresarme de la manera en la que yo quiera, con la intensidad o el umbral hasta donde mi cuerpo me diera. Sin embargo, convivir en un mundo externo donde la intensidad era vista como mala, no ayudaba.
Recuerdo que de niña y adolescente cuando me gustaba alguien no había forma de que yo pudiera ocultar eso que sentía, me consumía el tener que seguir reglas tontas como no mostrar interés o no acercarme yo primero por no verme intensa. Genuinamente no entiendo porque si estoy sintiendo tanto por otra persona, debería tener que ocultarlo.
Conforme fui creciendo, me di cuenta la connotación tan negativa que tiene la intensidad en la sociedad donde vivo. No sólo era algo negativo, se usaba como insulto o como motivo de tener que sentirte apenada por haberte comportado de manera sobre emocional.
Hoy en día abrazo mi intensidad con todo mi ser. ¿Por qué quisiera vivir limitando mi sentir por no incomodar a alguien? La verdad es que nunca me adapté a esas reglas contra la intensidad, siempre sentí mucho y actué conforme ese mucho me dictaba. No me arrepiento de ninguna vez que me haya dejado guiar por mis sentires. De lo que sí me arrepiento es de haber sentido culpa o pena, cuando me decían que era demasiado, que estaba sobrado todo lo que estaba sintiendo, que debería fingir un poquito aunque me importara mucho.
Me gustaría poder regresar el tiempo y decirle a esa Ale que no tiene que sentir pena por estar viva. Que al contrario, quienes deberían sentir pena son todos y todas aquellas que no se atreven a sentir en su totalidad. Que van compartiéndose en migajas para no desentonar. Que pierden oportunidades por no mostrar a tiempo lo mucho que querían algo o alguien.
Siento mucha compasión por todas las personas que creen que es mejor sentir con medida, que es mejor vivir detrás del miedo. Quisiera abrazarles y decirles que se sorprenderían si comenzaran a sentir sin fingir, sin ocultar, sin disculparse, sin apenarse.
Sentir mucho y ser intensa o intenso, jamás debería ser motivo de pena. Sentir tanto abre un panorama inmenso de conexión y de reflexión ante la vida, ante los y las demás, ante una misma.
Si eres una persona que siente profundamente y que estás cansada de tener que limitarte para no incomodar, te invito a dejar de vivir en el molde y abrirte a la libertad de ser quien totalmente eres. Habemos muchas personas que queremos encontrarte y a quienes nos fascinan los vínculos que aman de forma excepcional.
Si eres una persona que juzga a quienes demuestran mucho, te invito a cuestionarte qué estás ocultando en tu interior que quisieras poder gritar, ya que eso te lleva a juzgar a quienes sí tienen la posibilidad de hacerlo. Te diría que te atrevas a sentir la emoción de la forma en la que venga, sin tener que minimizarla o controlarla.
Gracias por leerme, Ale.
Te dejo algunas preguntas para journaling relacionadas con el tema:
*¿Qué partes de mí estoy ocultando por seguir el deber ser de la sociedad?
*¿Qué viene a mostrarme este sentimiento?
*¿Qué beneficios obtengo de mostrar lo que verdaderamente siento?
*¿Cómo me siento cuando estoy en completa libertad?